Por Sofía Llamedo
Placebo volvió a la Argentina tras una década sin visitar el país para presentar Never Let Me Go, su último álbum. Brian Molko y Stefan Olsdal se subieron al escenario del mítico Luna Park acompañados por cuatro músicos multiinstrumentistas.
La banda brindó un show de una hora y media, puro trance, donde recorrió sus 30 años de carrera, en aquel recinto que los recibió en su primera visita en 2005.
Pasadas las 21:15 un texto en inglés invadió las pantallas “Queridos fans, Me gustaría pedirles que NO pasen el concierto filmando. Hace que sea más difícil conectar y comunicar eficazmente las emociones de nuestras canciones. También es una falta de respeto a los demás asistentes del show”, decía el comienzo del comunicado.
Minutos después, la voz de Molko sonó en todos los parlantes para repetir el mismo mensaje: “Este aquí y ahora en el presente y disfrute el momento porque nunca volverá a suceder. Nuestro propósito es crea comunión y trascendencia. Con respeto y amor”.
“Forever Chemicals” fue la canción del nuevo disco elegida para dar comienzo al show. Con 10 pantallas rectangulares divididas en dos filas y un juego de luces hipnotizante dieron comienzo a una noche especial. Continuaron “Beautiful James” y “Scene of the crimen” para calentar los motores de los presentes.
El que avisa no traiciona. Momentos más tarde, quien le pone voz a la banda, se ocupó y preocupó demasiado por un fan que lo grababa: “Fuck You”, le gritó. Por más rara o antigua que resulte esta limitación, pocas veces los artistas conectan tanto con su público. Buscaban hacer contacto visual con cada uno de los presentes. A los ojos, cara a cara, solo faltaban los encendedores arriba.
Ante la ovación al ritmo de “Placebo”, Molko lanzó unas palabras en español: “Sí, mi nombre es Brian Molko y el nombre de mi banda es Placebo, vale. La p*ta madre que calor”, aseguró entre risas. “Tenemos miedo, tenemos hambre y tenemos muchas canciones para ustedes”, indicó.
Pero nada sería posible sin quienes le cuidan la espalda: Bill Lloyd en otra viola, el multiinstrumentista Nick Gavrilovic, Matt Lunn dándole sin respiro a los platillos y Angela Chan en teclados y violín. Una base bien maciza para nadar en las aguas del rock alternativo, post punk, algo gótico, y algún tipo de alucinógeno que emanan los músicos.
Muchos de los temas de la lista sonaron por primera vez en nuestro país, pero no faltaron los clásicos como “Song to Say Goodbye” con el pogo más grandes de la noche. Luego sonaron “Infra Red” y “For What It’s Worth” donde Olsdal bajó y se acercó al público. La explosión más fuerte fue con “The Bitter End”.
Los británicos brindaron una experiencia sonora y visual muy liberadora y, a su vez, algo inquietante. Las luces y las pantallas acompañaron en cada momento generando una gran variedad de climas.
Luego de un interludio de menos de 10 minutos, volvieron a escena para tocar “Taste” y “Fix yourself”. El cierre fue con una versión distorsionada de “Running Up The Hill” de Kate Bush.
Placebo demostró que continúa experimentando y que su legado perdura adquiriendo el sonido de las últimas décadas de la historia de la música.
ph: Fenix Entertainment