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La Aplanadora tuvo su revancha en un estadio colmado.

Cátedra de rock en Vélez: Divididos festejó sus 35 años

Por Tatiana Cusato.

Las buenas formas indican que para hacer una crónica periodística, lógicamente, se debe arrancar por el principio. Pero es necesario formularse una pregunta: ¿cómo transmitir con palabras lo que se vivió este sábado en el Estadio José Amalfitani de la Ciudad de Buenos Aires?

Es casi seguro que las más de 40 mil personas que presenciamos la celebración por los 35 años de Divididos todavía estamos tratando de juntar los pedacitos de nuestros cerebros que la Aplanadora desparramó por ahí.

Quizás justamente por la cantidad de años transcurridos y por la trayectoria que todo amante del rock conoce de la banda, sigue resultando increíble que solamente 3 personas te pasen por encima con semejante calidad, sencillez y sobre todo humildad.

La fiesta ya se vivía en las inmediaciones del estadio, donde se escuchaban los típicos cánticos de aliento hacia el trío formado por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella. La alegría de la gente se oía por las calles de Liniers y por supuesto continuaba dentro del estadio, donde 50 minutos más tarde de lo anunciado se encendieron las pantallas de altísima calidad que ocupaban todo el escenario.

La imagen que se proyectaba era sencilla, un hombre de espaldas contemplando el atardecer en el medio del campo, escuchando el sonido de los grillos y de algunas aves que pasaban por ahí. Tras ese momento de calma, el buen hombre se subía a su aplanadora haciendo rugir los motores, y que comience el show: Mollo, Arnedo y Ciavarella se apoderaron del escenario.

El primer tema fue “Paisano de Hurlingham” y de ahí no pararon: “Sábado”, “El 38”, “Cuadros Colgados”. “Haciendo cosas raras”, “Ñapi de mamá”. Así, al palo, un tema atrás del otro como nos tiene acostumbrados Divididos. Fieles a su estilo y haciendo gala de su mote de aplanadora.

¿El clima? Espectacular, sin frío, ni viento, ni lluvias. Los dioses del rock estuvieron de nuestro lado para que sea una hermosa noche de otoño, especial para disfrutar de un concierto a cielo abierto sin que nada se interponga.

La puesta en escena también era sencilla e impresionante a la vez, con unas pantallas gigantes que se extendían a lo largo de todo el escenario, pensado para que todos puedan ver bien a los músicos. Con una combinación de colores que variaban entre rojo, gris, azul, naranja, amarillo, y el tan característico verde utilizado en Narigón del Siglo.

Sonaron temas de todos los discos, incluidos “Los sueños y las guerras” y “Gárgara larga” del disco debut de Divididos, 40 dibujos ahí en el piso. También los que forman parte del folklore de los recitales de la banda: “Qué tal?”, “La rubia tarada”, “Sucio y desprolijo”, “Crua Chan”, “Cielito lindo”.

A la hora de haber comenzado el show, hicieron la primera pausa entre temas y al volver a encenderse las luces ya estaba ubicado en el escenario Gustavo Santaolalla, listo para tocar el charango en “Qué ves?”, el gran hit del disco La era de la boludez.

El resto de los invitados fueron Nadia Larcher que cantó en “Vientito de Tucumán”; la guitarrista Nana Arguen que participó de “Sisters”; Leticia Lee que cantó una gran versión de “Amapola del 66” junto a Ricardo Mollo; y también tocaron por primera vez en vivo su nuevo tema “San Saltarín”, con la presencia de gaitas, flauta y saxos.

Incluso hubo un momento de mayor cercanía entre Mollo y el público ubicado de la mitad para atrás del estadio, ya que el guitarrista se dirigió a un segundo escenario ahí armado para tocar otro de sus hits: “Spaguetti del rock”.

Por supuesto que el concierto fue demoledor, con los solos de batería de Catriel, el virtuosismo de Diego Arnedo, y el talento y carisma de Mollo, pero a esa altura nadie esperaba lo que sucedió después. Al momento de hacer “Sobrio a la piñas / Quién se tomó todo el vino”, invitaron al escenario al líder y cantante de La Renga, Gustavo “Chizzo” Nápoli.

Esta versión le calzó como un guante y la gente deliró como nunca, pero la cosa no terminó ahí: podría decirse que con una generosidad pocas veces vista en un concierto de rock, Divididos le cedió el escenario a los músicos de La Renga.

¡¿Qué?! Así como lo lees: anunciando que se trataba de la primera vez después de mucho tiempo sin tocar en Capital, Mollo, Arnedo y Ciavarella dejaron sus instrumentos y pasaron al frente Chizzo, Tete y Tanque Iglesias. La Renga estuvo de cuerpo presente en un Estadio de Vélez que se cayó a pedazos por el delirio del público, y tocaron “El final es en donde partí”.

A estas alturas ya no cabían más emociones en el cuerpo, pero Divididos siempre tiene más. Todavía quedaban “Ala delta” y “El ojo blindado” de Sumo.

Ahora sí, después de 3 horas de show no había nada más que se le pueda pedir a estos artistas que dejaron todo en el escenario, buscando siempre acercarse a su público. Porque si bien tocaron ante tanta cantidad de personas, el propio Mollo aclaró: “queríamos convertir este lugar en el Teatro de Flores pero gigante”. Y claro que lo lograron.

No queda más que decir felices 35 años Divididos, y gracias por compartir tantas alegrías con su público.

 

Cobertura audiovisual: Sofía Del Gesso
Material utilizado en reel: 
Divididos / Tatiana Cusato / Julián Tabachnik
Fotos: @arnedonacho / @agustindusserre

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